martes, 10 de febrero de 2009

¿Marcados?

He sabido desde muy pequeño que el mundo tiene un nombre, una marca, un logo. Esa esfera azul con figuras verdes es la marca de nuestro hábitat en el universo. Así es todo en el interior de ese mundo. Las marcas son el alimento, el vestido, el calzado, el modo de movilización y hasta de descanso. En fin, las marcas dominan el sistema de vida de los seres humanos.

Esto siempre ha sido así. Aunque, iniciada la era del consumismo, la imposición de las marcas en la mentalidad de las personas pasó a ser el objetivo principal de las empresas, no la calidad del producto, ni su distribución, ni la asequibilidad al público. ¿Vivir en mundo sin marcas? Imposible.

Naomi Klein, una periodista e investigadora canadiense muy conocida por su oposición a la globalización y autora de este libro explica que “la definición de las marcas en la legislación estadounidense dice que son cualquier palabra, nombre, símbolo u objeto o combinación de éstos que se emplea (...) para identificar y distinguir los artículos de un productor de los de otros”.

Una de las críticas principales que hace Klein en esta obra es la forma tan inhumana en que las grandes empresas perdieron la importancia por el bienestar de los empleados a tal punto de tratarlos como máquinas de producción y no como personas. Las grandes potencias se aprovecharon de los países subdesarrollados para instalar tales centros de producción para abaratar los gastos, ya que por la necesidad que existe en estos países se dejar ser tratados como esclavos en este tipo de labor, recibiendo remuneraciones ínfimas pese a su ardua jornada laboral, y sin tener ningún tipo de incentivo que no sea el salario; sin embargo, estos países no tienen opciones.

Sólo importa la marca. La marca es un poder. El dilema está en que todo en la vida tiene una marca. ¿Cómo contrarrestar el abuso de unas cuantas sin enaltecer otra marca?

Yo cuando era niño usaba “Pampers” para hacer mis necesidades, nada de pañales. Mi mamá siempre lavaba la ropa con “Ace”, nada de detergentes. El piso se limpiaba con “Mistolín”, nada de desinfectantes. Mi papá usa “Gillette” para afeitarse, no navajas. Es común pedir una “Coca-cola” aunque al final me traigan una “Pepsi”. Es importante tener un “Polo” shirt, sin importar la marca que sea. Las mujeres utilizan “Kotex”, en vez de toallas sanitarias. En fin, usamos marcas, no productos. Cutex, Klinnex, Chiclets, Manitas limpias, Vip Vaporub, Liquid Paper, son empresas representadas en productos que han logrado sembrar en nuestra mente tal posicionamiento que de forma automática desarrollamos un sentido de fidelidad a éstas.

El problema mayor de las marcas es que nos limitan a la hora de adquirir bienes o servicios. Las bondades del producto son entendidas según la imagen de la marca. Hoy en día las marcas definen tu estatus social, tus gustos e incluso tu personalidad ante la sociedad.

Klein expone que ni siquiera se ha comprobado que las prácticas de Responsabilidad Social Corporativas que han desarrollado las grandes empresas con el fin de recompensar sus “daños” a la sociedad han dado mucho resultado. El abuso contra los empleados sigue existiendo, y la marca sigue creciendo y expandiéndose cada vez más.

Entiendo que el punto crítico de esto es que a medida que una empresa se enfoca más en la imagen de su marca y va ganando mayor posicionamiento, se descuidan otros aspectos más importantes como son la calidad del producto o servicio, el precio razonable de éstos, entre otros.

En fin, esta es una batalla que la pareciera ganar las grandes MARCAS. La globalización, el capitalismo y el consumismo son las tendencias propulsoras de este fenómeno y es un hecho que detenerlas se escapa de nuestras manos. Por esto, estamos marcados.

No hay comentarios.: